Desde pequeño me han gustado la aventura y la acción. Mi nombre es Nicolás Zenón, nacido en Madrid y residente en la maravillosa isla de Mallorca. A día de hoy tengo 34 años y, cuantos más años acumulo, más ambiciosas se vuelven mis expediciones. Siempre en busca de nuevos retos, he decidido lanzarme a dar la vuelta al mundo de la mejor manera que podría hacerlo: en mi motocicleta.Quien no se mueve no avanza.

Soy una persona inquieta y curiosa, por eso me aburro fácilmente y siempre intento estar en movimiento. Pertenezco a esa clase de personas que piensan que la vida es muy corta como para desperdiciar los días. Me encantan las motos, los deportes de aventura, el mar, lo singular, mi gente y los cambios. Admiro a aquellos que viven sin miedo, y cada vez tengo más certeza de que vivir cómodo no significa vivir feliz. Disfruto de lo natural, lo analógico, el aire libre y estar constantemente descubriendo cosas nuevas.

Por lo general, muchas de las cosas divertidas de la vida suponen un riesgo. Tengo cierta habilidad para meterme problemas, por lo que he ido aprendiendo a salir de ellos…

Además, no existía la moda de visitar tantos países que ha ido surgiendo en los últimos años. Tan sólo estábamos mi moto, un largo camino por conocer y yo. Durante este trayecto me di cuenta de lo mucho que me apasionaban las intensas sensaciones que te aporta viajar en moto con una tienda de campaña. Fue el origen de todo.

Un año después de llegar a Escocia, decidí volverme a España a continuar con mi formación. Durante dos años estudié Mecánica, más por vocación que por oficio, y luego hice gestión comercial en otro par de años. Después de cuatro años sin una aventura, no pude evitar preparar la siguiente. Elegí Malasia como punto de partida, conseguí ahorrar un poco de dinero, compré una pequeña moto y recorrí gran parte del sudeste asiático.

Unos cien días más tarde, habiendo recorrido algo más de 20.000 km y con menos de 1€ en mi cuenta, me volví a España. La experiencia fue increíble, muy intensa y enriquecedora. Aquí descubrí, entre otras cosas, que viajar en un vehículo propio te abre las puertas de ciertos lugares que son imposibles de conocer de otra manera. Continué aprendiendo a viajar y a potenciar una de las cosas que más me gusta cuando estoy en otro país: relacionarme con la gente local, tratar de ver la cultura «tradicional» de cada región, aquella que aún no está contaminada por el turismo. Cada vez es más difícil conseguirlo en el interconectado mundo en el que vivimos, pero mi intención es continuar buscando estos pequeños reductos de pureza que todavía escapan del manto del turismo y de la todopoderosa globalización.

Ya en casa, decidí entrar en la universidad. Soy de la opinión de que las cosas hay que hacerlas cuando uno las siente. El día en que lo hice compré una bonita hucha de barro con forma de cerdito (cuanto más bonitas son, más cuesta romperlas). Comencé a ahorrar lentamente y a visualizar el que sería mi siguiente viaje. Poco a poco fue cogiendo forma y terminó convirtiéndose en el más grande de todos, la vuelta al mundo recorriendo los cinco continentes, por supuesto, en mi moto.

Nada mas terminar los estudios me fui a vivir a Barcelona, siempre había sentido curiosidad por esta cosmopolita ciudad. Tiempo después, mi moto (Honda CBR 600F) y yo nos subimos en un barco rumbo Mallorca.

Vendí mi CBR y compré una Honda Transalp 650 de tercera o cuarta mano. Ya había pasado algún tiempo en la isla y me encantaba. Entre otras cosas por sus playas y paisajes, por sus aguas azules, por el ritmo de vida, por las muchas posibilidades de pasar los días al aire libre y por la gente que había conocido.

Rápidamente encontré trabajo de lo «mío», me asenté y poco a poco he ido echando raíces. Ahora, una vez más, tendré que sacar el valor de arrancarlas para perseguir mis sueños. A este lo he bautizado como Ride Me Five.