Tras varios días por las montañas, entre divertidas carreteras de curvas y paisajes espectaculares, me dispongo a bajar hacia la costa el objetivo es llegar al Sahara en moto, donde las temperaturas se prometen más templadas, de camino decido parar un par de días en una ciudad pequeña llamada Guelmim, llevo conduciendo cada día desde que llegué y de vez en cuando va bien tomarse un pequeño descanso, aprovecharé también para hacer unas gestiones que tengo pendientes, me cae la noche encima y encuentro un hotel donde me dejar meter la moto dentro, no hay habitaciones individuales y me dan una habitación triple por tan solo 6 euros, enseguida me doy cuenta de que estoy en una pensión de mala muerte, personalmente no me importa demasiado, con tener una cama y una puerta con cerradura es suficiente para mí, omitiré describir los baños comunes por respeto y por ahorrarme tener que recordarlos…
Salgo a dar un paseo y resulta ser una ciudad muy viva, hay gente y puestos ambulantes por todos lados, parece que a última hora del día es cuando se cuece todo por aquí, al ser de noche y entre tanta gente paso bastante desapercibido, me doy cuenta rápido de que nadie intenta venderme nada, me sorprende más aún por el hecho de estar en un mercado, paseo tranquilo y a mi bola por la ciudad, tengo la sensación de que Marruecos se encuentra en pleno cambio cultural, en las ciudades parece notarse más, por ejemplo se ven chicas con maquillaje y vestimentas “Europeas” y dos metros más adelante mujeres a las cuales no se les ve ni las pestañas, literalmente.
En los pueblos perdidos, no me he encontrado con ninguna mujer que no llevara velo, una cosa que me llama la atención es que hasta el momento han evitado en la medida de lo posible el contacto visual, los chicos son más descarados, mientras que las mujeres parecen no querer hacer demasiado ruido.
A veces, en las zonas rurales, tengo la sensación de que estén como estaba España hace 50 años, veo cosas que tan solo conocía de oídas de historias de mis padres e incluso mis abuelos, la vida parece mucho más simple, que no más fácil. Aquí se tiene lo que se tiene y con eso haces lo que puedes, me da a mí que por aquí no hay mucho margen para malcriar niños…
Tras un par de días allí y con la mitad de las gestiones hechas, me doy cuenta rápido de lo malacostumbrados y mimados que nos ha vuelto Amazon y las compras en internet, desde mi casa puedo pensar en el objeto más raro que se me pase por la cabeza y en cuestión de un par de días tengo al cartero llamando a mi puerta, además, a un precio inmejorable, por el contrario por aquí cuesta bastante encontrar incluso las cosas más simples, intento conseguir Euros para el visado de Mauritania, y nada, visito unos 15 bancos y casas de cambio y nadie tiene Euros, supongo que la vida siempre ha sido así, y que lo raro es lo de ahora, hemos perdido la paciencia, queremos de todo y lo queremos ya y me temo que voy a tener que cambiar el “chip” según vaya bajando hacia el sur, en el fondo me parece una buena cura, supongo que aprenderé a valorar más lo que tenga y lo que consiga.
Hasta el momento he pasado por bastantes controles policiales, ninguno me ha hecho el más mínimo caso, prácticamente ni me miraban, me topo con un nuevo control y me dispongo a pasar sin más, ya ni decelero, resulta que en este si me paran, me sorprende, veo a los policías vestidos con un uniforme distinto;
– Nationalité?
– Español
– Pasaporte y ficha de la moto
– Con mucho gusto
Apuntan mis datos y me dejan continuar, supongo que será por la proximidad con el polémico Sahara Occidental, este es el primero de otros muchos controles en los que me paran, son rutinarios, cogen mis datos y me dejan seguir por el Sahara en moto, en uno de ellos paran también a un todo terreno, la matrícula es canadiense, me sorprende ver a tres niños detrás, no creo que ninguno pase de los 10 años, esto me hace pensar que estarán de viaje por marruecos y volverán pronto a casa, tras charlar un rato con los padres me cuentan que su objetivo es llegar a Sudáfrica! Habrá quien piense que por qué los niños no están en el colegio o que es muy irresponsable traer a tres chavales a un viaje de este tipo, mi opinión es la contraria, me quito el sombrero por los padres, me parece que van a aprender más en estos 6 meses que tienen planeados de viaje, que en 6 años en el colegio, van a aprender a vivir y a negociar, al fin y al cabo gran parte de las relaciones humanas se basan en negociar, van a aprender que lo que en un país está prohibido, en el siguiente es completamente legal, lo cual les hará entender que las leyes por ser leyes no tienen por qué ser correctas, verán distintas culturas y formas de hacer, distintas religiones y costumbres, el poder comparar entre tantas cosas, que en un sitio están bien y en el siguiente todo lo contrario, te da una perspectiva más clara de las cosas, te hace dejar de obedecer por obedecer y pensar un poco por ti mismo, ¿Por qué en el país de antes esto se podía hacer y en el siguiente es impensable?
Comparar te ayuda a formarte tus propias ideas, pensar que está bien y que está mal más allá de lo que una religión o una ley diga, creo que aun siendo niños, de una forma u otra aprenderán muchas cosas.
Tras un día de conducción bastante anodino llego a El Ouatia, me topo de frente con el océano Atlántico, toda esta zona está compuesta por un infinito acantilado que soporta las fuertes envestidas de este gran mar, acostumbrado al mediterráneo me llama la atención la fuerza que despliega aquí, decido acampar detrás de una pequeña duna que me
camufla del mundo exterior, estoy resguardado cerca del acantilado, el lugar es espectacular, entero para mí, no veo pasar un solo avión, ni tan siquiera un barco, tengo tan cerca el mar que me cuesta dormir del ruido que causan las olas impactando contra las rocas, al fin he encontrado el calor, me cocino un poco de pasta y me meto en la tienda a dormir.
Tras unos kilómetros de aburrida carretera me doy cuenta de que acabo de entrar en el Sahara Occidental, el día está nublado, además del viento, el aire está lleno de partículas de arena en suspensión, lo cual da sensación de neblina, lleva soplando con mucha fuerza durante los últimos días, no da tregua, tampoco por las noches, el paisaje es árido, hay pocas cosas que destaquen entre la nada, algún camello de tanto en cuanto, en los pueblos se nota mucho el contraste entre lo cuidado y lo descuidado, las calles tienen buen asfalto y se nota que los espacios públicos están cuidados, pero muchas de las casas están en ruinas o abandonadas, se respira un ambiente un poco gris, puede que sea yo, pero esa es mi sensación, paro a comer en un pequeño pueblo y se me acerca un hombre, actúa de una manera bastante rara, asiento con la cabeza, no me da margen para más, de repente sale escopetado y el dueño el garito me hace un gesto de que el tío esta “pallá”, al terminar de comer salgo hacia la moto y se me acerca otro hombre, se pone a repetirme la misma frase todo el rato;
– Inglés, le digo
– Misma frase en árabe
– Español?
– Misma frase en árabe
– Francés? (No tengo ni idea de Francés pero le doy la oportunidad de intentar entendernos)
-Repite la misma frase cada vez más enfadado,
Entonces me doy cuenta de que hay algo raro en él. Me callo y me pongo a mis cosas, sigue repitiéndome la misma frase con los ojos cada vez más encendidos, no sé que mierdas pretende pero no me mola, arranco y me largo, por alguna razón, no estoy demasiado cómodo aquí, no entiendo bien el ambiente que se respira, noto cierta hostilidad, es la primera vez desde que comencé el viaje, igual soy yo, supongo que al final la impresión que sacamos de cada país, depende en gran parte de las personas que conocemos, y un par de encuentros muy buenos o muy malos pueden influir bastante.
Me recuerda bastante a las pelis de Mad Max, con coches destartalados pero que sorprendentemente funcionan, casas derruidas, la atmósfera naranja carga de arena, mucha gente con los rostros tapados para no tragar demasiado polvo, desierto a todos lados y ese ambiente de no tener muy claro que está pasando, decido subir a la moto y hacer kilómetros, estos días he ido con mucha calma disfrutando del paisaje y del tiempo, hoy me apetece avanzar, es un largo día con el desierto a un lado y la costa al otro, veo tramos de playas kilométricas de arena natural, totalmente vírgenes, ya verás cuando los alemanes se enteren…
Tan solo se ve rastro humano cada ciertos kilómetros, hay pequeños asentamientos compuestos de algunas jaimas, al anochecer decido acampar por tercer día consecutivo, busco una pequeña duna que me esconda de la carretera y monto mi campamento en un periquete, he aprendido que si pongo la moto por donde sopla el viento y monto la tienda al otro lado, me protege más de lo que pudiera parecer, tampoco es la leche, pero algo es algo, si esto es así siempre, creo que hay energía eólica para cubrir la electricidad de todo África…


